No soy una persona a la que le encante recibir piropos en la calle, y mucho menos si son de corte vulgar. Me gustan mas las miradas; esas que lo dicen todo. O percibir ese ligero cambio en el semblante; discreto, sutil, pero que grita: ¡Me dejas sin aliento!
Pero a falta de pan, buenas son las semas, reza un dicho popular…
Con el ánimo por los suelos, la cabeza baja y el “corazón partío” caminaba rumbo a mi casa por la única avenida que me conduce a ella. Mirando las piedras que se ahogaban en el confuso color del polvo, mi mente se agitaba haciendo y deshaciendo historias imposibles de un amor que nunca fue.
- ¡Ay, mamirri! ¡Eres la más buenota de todo el mundo! Dijo sorpresivamente la arrabalera voz.
Sin pensarlo lo miré. Un segundo fue suficiente para asimilar su imagen en mi mente: ¿Treinta y tantos?, gordo, de estatura media, moreno y a todas luces de un muy bajo nivel educativo.
Me tragué una gran y franca carcajada y le contesté igualmente para mis adentros: ¡Muchas gracias, viejo cochino y libidinoso!
Sin querer, me había subido la autoestima.
Pero a falta de pan, buenas son las semas, reza un dicho popular…
Con el ánimo por los suelos, la cabeza baja y el “corazón partío” caminaba rumbo a mi casa por la única avenida que me conduce a ella. Mirando las piedras que se ahogaban en el confuso color del polvo, mi mente se agitaba haciendo y deshaciendo historias imposibles de un amor que nunca fue.
- ¡Ay, mamirri! ¡Eres la más buenota de todo el mundo! Dijo sorpresivamente la arrabalera voz.
Sin pensarlo lo miré. Un segundo fue suficiente para asimilar su imagen en mi mente: ¿Treinta y tantos?, gordo, de estatura media, moreno y a todas luces de un muy bajo nivel educativo.
Me tragué una gran y franca carcajada y le contesté igualmente para mis adentros: ¡Muchas gracias, viejo cochino y libidinoso!
Sin querer, me había subido la autoestima.
Imagen tomada de internet.
1 comentario:
Que sinceridad!
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